Camden Road, London, NW1 {John & Bastian}
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Camden Road, London, NW1 {John & Bastian}
Situado en el corazón de Camden, el departamento de Mr. Gray y el joven B. Dietrich se encuentra en un edificio de tres pisos y aire clásico. Las paredes exteriores son empedradas, de un color azafrán gastado.
Al ingresar al segundo piso, se encuentra la sala de estar. La pintura de las paredes es blanca, contrastando con los diversos estantes de libros situados contra las paredes, de color negro lustroso. Colgado justo en el centro está enmarcado su diploma de Oxford, luego de haberse graduado en Ornitología en los años setenta.
Cubriendo parte del piso de madera se encuentra una alfombra con motivos geométricos, sobre la cual descansa una pequeña mesa de madera. Justo encima se puede encontrar una variedad de libros o revistas, que hojea en momentos de ocio. Frente a la mesa se puede divisar un sillón de cuero lustroso, del mismo color que los estantes de libros.
La cocina aparece vacía por falta de uso, las estanterías vacías. Solitarias latas de bebidas gaseosas y de cerveza se mantienen frías en un minúsculo refrigerador.
La única habitación es una estancia simple, que comparte con Bastian. A cada extremo del cuarto están apostadas dos camas, pegadas contra las paredes color crema. Las ventanas pueden ser cerradas completamente por puertas de madera; de día, Bastian y John pueden descansar con tranquilidad sin que la luz se filtre por alguna rendija.
Al ingresar al segundo piso, se encuentra la sala de estar. La pintura de las paredes es blanca, contrastando con los diversos estantes de libros situados contra las paredes, de color negro lustroso. Colgado justo en el centro está enmarcado su diploma de Oxford, luego de haberse graduado en Ornitología en los años setenta.
Cubriendo parte del piso de madera se encuentra una alfombra con motivos geométricos, sobre la cual descansa una pequeña mesa de madera. Justo encima se puede encontrar una variedad de libros o revistas, que hojea en momentos de ocio. Frente a la mesa se puede divisar un sillón de cuero lustroso, del mismo color que los estantes de libros.
La cocina aparece vacía por falta de uso, las estanterías vacías. Solitarias latas de bebidas gaseosas y de cerveza se mantienen frías en un minúsculo refrigerador.
La única habitación es una estancia simple, que comparte con Bastian. A cada extremo del cuarto están apostadas dos camas, pegadas contra las paredes color crema. Las ventanas pueden ser cerradas completamente por puertas de madera; de día, Bastian y John pueden descansar con tranquilidad sin que la luz se filtre por alguna rendija.
Interrogantes y sus posteriores respuestas
El dormir todo el día es uno de los placeres que se puede dar un vampiro, más por estricta necesidad que por decisión propia. La luz solar, eterna forma de vida, ha desaparecido completamente de su existencia. Es ahora tan sólo un recuerdo, efímero en su mente y vago como una tarde de verano; una representación inexacta en una memoria igualmente imprecisa. El encontrarla y sentir los rayos ultravioleta significaría la muerte para él, y el fin de todo tiempo conocido.
De todas maneras, últimamente se da el placer del olvido y del posterior redescubrimiento, su última salvación del constante aburrimiento. Como la vez que tendió su cama por primera vez en medio siglo, la vez que trajo a Bastian a casa. Bastian le había recordado su parte humana, o lo que quedaba de ella. Intercambiaban ambos sus culturas, una amalgama de costumbres enfermizas, y otras antiguamente abandonadas.
Rememora con una sutil sonrisa a un Bastian indefenso, temeroso… no más que un niño. Le cuesta pensar que sigue siendo eso, un niño. No ha pasado el tiempo suficiente para que abandone su inocencia, su curiosidad. Y es eso lo que le hace tan cercano a él. Lo atrae como algo nuevo, una aberración en un nuevo mundo.
Era John aún demasiado joven cuando lo convirtió, esa noche en el callejón a la vuelta de la esquina. Tenía pensado alimentarse antes de pasarse por la librería, conseguir nuevo material de lectura. Sabía dónde vivía y le había esperado. Por un capricho fugaz, había decidido dejarle vivir, y hacerlo suyo; su compañero, y tal vez algún día, su amante. Aún no llega tal día, y John comienza a impacientarse.
Cabe decir que no volvió por los libros.
Aún a dos años de eso, pasa las horas diurnas debatiéndose, “¿fue acaso lo correcto?” Es así como, despertando al crepúsculo, posa una mano fría sobre el hombro de Bastian de una manera gentil, casi paternal, y le despierta con aire entre melancólico y cariñoso.
—¿Quieres salir, o quedarte un poco más? —susurra de una forma perfectamente audible, observando a su pupilo de manera terriblemente atenta.
(( Reservado para Bastian ))
De todas maneras, últimamente se da el placer del olvido y del posterior redescubrimiento, su última salvación del constante aburrimiento. Como la vez que tendió su cama por primera vez en medio siglo, la vez que trajo a Bastian a casa. Bastian le había recordado su parte humana, o lo que quedaba de ella. Intercambiaban ambos sus culturas, una amalgama de costumbres enfermizas, y otras antiguamente abandonadas.
Rememora con una sutil sonrisa a un Bastian indefenso, temeroso… no más que un niño. Le cuesta pensar que sigue siendo eso, un niño. No ha pasado el tiempo suficiente para que abandone su inocencia, su curiosidad. Y es eso lo que le hace tan cercano a él. Lo atrae como algo nuevo, una aberración en un nuevo mundo.
Era John aún demasiado joven cuando lo convirtió, esa noche en el callejón a la vuelta de la esquina. Tenía pensado alimentarse antes de pasarse por la librería, conseguir nuevo material de lectura. Sabía dónde vivía y le había esperado. Por un capricho fugaz, había decidido dejarle vivir, y hacerlo suyo; su compañero, y tal vez algún día, su amante. Aún no llega tal día, y John comienza a impacientarse.
Cabe decir que no volvió por los libros.
Aún a dos años de eso, pasa las horas diurnas debatiéndose, “¿fue acaso lo correcto?” Es así como, despertando al crepúsculo, posa una mano fría sobre el hombro de Bastian de una manera gentil, casi paternal, y le despierta con aire entre melancólico y cariñoso.
—¿Quieres salir, o quedarte un poco más? —susurra de una forma perfectamente audible, observando a su pupilo de manera terriblemente atenta.
(( Reservado para Bastian ))
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